Historia
relatada por los organizadores de Etnosur:
“Esta
es la historia de un sueño, de una aventura. Eso que uno imagina
muchas veces a lo largo del tiempo, lo piensa e idealiza, lo teje y
desteje con la seguridad de que muy difícilmente será posible.
¡Pero qué bonito sueño! ¿Será verdad eso de que cuando uno
piensa y desea algo de corazón, se hace realidad?
Pues
sí. Fue hacia el verano del 96. El siglo pasado, ¡qué cosas! Una
casual conversación, en el lugar y con los oyentes adecuados,
desencadenó una serie de causalidades que nos llevaron hasta Alcalá
la Real. Allí encontramos a la persona que creyó y apoyó el
nacimiento del festival. Era el alcalde, Juan Rafael Canovaca, que
escuchó, meditó y, algún tiempo después, nos dijo que adelante.
Desde
el principio quisimos que Etnosur fuera un encuentro cultural
gratuito. Pretendíamos que, antes que nadie, fueran los propios
alcalaínos los que decidieran si querían o no ese concepto de
festival. Y es que no queríamos hacer un festival de música, sino
con música. Queríamos que estuviera abierto a muchas disciplinas
artísticas, a todos los sabores y olores. Un festival sin fronteras.
El
viernes 18 de julio de 1997, con una mesa redonda sobre Derechos
humanos y racismo, comenzó el primer Etnosur, celebrado
prácticamente en el centro del pueblo. El cierre lo puso el maestro
Djavan el domingo 20. Ya entonces tuvieron lugar los primeros
espectáculos infantiles, los talleres, la artesanía, las comidas…
y empezó a crearse la familia Etnosur. Con los habitantes de Alcalá
la Real y con aquellos que -por entonces poquitos- descubrieron un
agradable lugar de encuentro y de aprendizaje en el corazón de
Andalucía.
El
año siguiente comenzamos a abrir el festival. Conciertos, comidas y
artesanos ocuparon el recinto ferial en busca de más espacio,
pensando que vendría más gente. Y así ocurrió. La familia crecía.
Nosotros mismos empezamos a conocer e incorporar a más personas al
equipo del festival. Estábamos consiguiendo lo que en principio
soñamos: que todo tipo de público pudiera convivir, aprender y
disfrutar. Amparanoia fue profeta en su tierra y al año siguiente
gozamos con Baaba Maal, Mari Boine o Trilok Gurtu. Seguíamos
creciendo en público y en equipo, dando forma entre todos a eso que
llamamos el “espíritu Etnosur”.
Afortunadamente,
a la confianza y al entusiasmo del Ayuntamiento se fueron uniendo
otras entidades públicas y privadas. De esa forma conseguimos seguir
creciendo sin perder la gratuidad.
Se
fueron sumando más artistas, actividades y escenarios: los cuentos,
el cine, el vídeo documental, la escenografía, la etnoteca, la
guardería infantil nocturna (a la que pusimos el nombre de
“Atrapasuetños”), el teatro, el silo, la fortaleza de la Mota,
la Casa Pineda, y nuestras queridas residencias de la SAFA y de El
Coto. En definitiva, conseguimos acercarnos a la estructura ideada:
muchas actividades en diferentes lugares de la población durante el
día, y por la noche todos al Recinto Ferial y al colegio Alonso
Alcalá. Vaya nuestro agradecimiento a todas las personas y entidades
que nos han permitido, durante unos días, ocupar sus instalaciones.
Y aquí estamos, en este comienzo de siglo tan complicado y
esperanzador. La verdad es que cuando iniciamos este camino no
pensábamos llegar tan lejos. No hemos imaginado el futuro; hemos
intentado aprender del pasado y concentrarnos únicamente en el
presente para mimar y empujar esta aventura colectiva. Tal vez por
eso, entre todos (público, equipo y artistas) hemos ido creando este
encuentro anual tan fascinante, tan lleno de vida y corazón.
Nos
sentimos -en plural porque todos formamos parte de Etnosur-
particularmente satisfechos de la capacidad de convocatoria
alcanzada. Hemos pasado de unos cientos a muchos miles de personas,
pero el impulso inicial no ha cambiado. Queríamos que fuera para
todos los públicos, para los de dentro y para los que recorren
cientos de kilómetros cada mes de julio para acercarse a Alcalá la
Real, y lo hemos conseguido. Ese era el sueño del sueño: grandes y
pequeños, cercanos y lejanos compartiendo disfrute, sentimientos y
aprendizaje.”
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